¿Mágica Navidad?

"Oh... Blanca Navidad. Sueño... que todo es blanco alrededor" cantaba Luis Miguel. En Alicante la navidad muy blanca no es. Nunca nieva. En el caso de hacerlo, sólo se ve en la cima de las montañas. 



La navidad, con nieve o sin ella, es una época mágica. Antes de que llegue oficialmente ya empiezas a notar cómo el ambiente navideño te envuelve con la decoración en los escaparates incitándote a consumir, las luces en las calles, las ferias y mercadillos navideños... Cuando se acerca la fecha montas el árbol en tu casa, lo decoras, escuchas villancicos, compras el calendario navideño para empezar la cuenta atrás con las chocolatinas, compras no sé cuántos tipos de turrón, compras también los Ferrero Rocher... Y la navidad aún no ha llegado siquiera. Al final son los comercios y nuestra impaciencia los que hacen que esta celebración aterrice antes de tiempo. 

La infancia es la etapa en la que más emociona la llegada de la navidad y en la que más se disfruta. Es la etapa en la que esperas con entusiasmo la visita de Papá Noel y de los Reyes Magos, así como encontrarte con los regalos bajo el árbol. La navidad se convierte en una época con un halo de misterio, magia y emoción que te saca una sonrisa y te hace creer en lo increíble. Es cierto que somos ingenuos/as cuando somos niños/as, pero manteniendo la creencia de lo increíble también mantenemos la ilusión. Ilusión que desaparece con el paso del tiempo hasta hacernos seres escépticos/as y hasta que la navidad se convierte en simples momentos de reunión familiar cuyos temas de conversación son tan tan interesantes que siempre se acaba hablando de política. Es posible que también se hablara de política cuando era pequeña y no me enterara... lo que sí recuerdo es pasar esos días festivos en casa de mis abuelos, con toda la familia comiendo o cenando en la mesa alargada (no somos precisamente pocos) del comedor y escuchando los chistes de una de mis tías. Esos momentos ya no existen. Cuando uno de los familiares principales ya no está, parece que ya no hay motivos para juntarse en familia. Y comienzan los distanciamientos. Y nos convertimos en desconocidos/as. Sólo sabemos de la existencia del resto de familiares cuando llegan estas fechas y llamas a tu hermano/a para cenar juntos en Nochebuena. ¿Y el resto del año? Al parecer importa más la presencia efímera de un pariente en la cena de Nochebuena que la vida diaria de ese ser humano.


Estos días he estado escuchando canciones navideñas. Me gustan, sobre todo las que se publicaron en la década de los 80 y de los 90 como "Un año más" de Mecano (1988), "Más allá" de Gloria Estefan (1995), "All I want for Christmas is you" de Mariah Carey (1994), o "Do they know it's Christmas?" de Band Aid (la original es de 1984, pero existen otras versiones más recientes). Son bonitas, sin embargo... demasiado perfectas, ¿no? Hablan del amor, de la paz, de la familia, de la ausencia de rencor, de la alegría, de recordar a los que ya no están... Según estas canciones sólo podemos ver a nuestros parientes, recordar buenos momentos y vivir felices si estamos en navidad. Es evidente que estas canciones han calado hondo en nuestros corazones porque nos volvemos muy buenos/as en estas fechas. Claro que reunirse en familia es bonito y lo sería mucho más si nos dedicáramos a saber de la persona que tenemos al lado en vez de debatir sobre política, pero la navidad tendría mucho más sentido si la familia estuviera unida a lo largo de todo el año. Reunirse en navidad sólo por cumplir un protocolo social cuando no somos capaces de escribirnos un simple "¿Qué tal?" en todo un año, me resulta de lo más hipócrita. 

No estoy en contra de esta festividad. Me gusta el toque navideño que se palpa en el ambiente cuando quedan unas semanas para navidad. Me ilusiona decorar el árbol y encender las luces todas las noches, escuchar canciones navideñas y recordar aquellos tiempos en los que cantábamos villancicos delante de todo el colegio, y comenzar a comerme las chocolatinas del calendario el primer día de diciembre como en la infancia. Quizás el problema sea que no decidí irme al País de nunca jamás con Peter Pan y Wendy, sino que decidí quedarme en la Tierra para crecer y crecer conlleva conocer la realidad en toda su esencia sin el maquillaje que nuestros padres un día le pusieron por encima. La realidad es que hay familias que saben mantenerse en el tiempo unidas y que hay otras que se distancian por diversas circunstancias. En el caso de éstas últimas, la navidad es la excusa perfecta para verse. Reunirse, charlar un rato, echarse unas risas, hacer un brindis, picotear, ver los programas de música de la tele, hacerse alguna que otra foto... y después, el resto de la navidad, a disfrutarla como a uno/a le plazca.












¡Felices Fiestas!



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